El Hombre y la Tierra. Tomo I, Libro 1: Los antepasados. Elisée Reclus (1906) [AUDIOLIBRO+PDF]

 

En el prefacio de su obra, “El Hombre y la Tierra”  Reclus se expresaba de la siguiente manera:

«Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una larga obra, La Nueva Geografía Universal, expresaba el deseo de poder un día estudiar al hombre, en la sucesión de las edades, como le había observado en las diversas regiones del globo y establecer las conclusiones sociológicas a que había llegado. Trazaba yo el plan de un nuevo libro en que se expondrían las condiciones del suelo, del clima, del todo el ambiente en que se han cumplido los acontecimientos de la historia, donde se mostrase la concordancia de los hombres y de la tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos se explicasen, de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta».



Hablamos de planteamientos que hablan de armonía del hombre con la naturaleza y se alejan del social–darwinismo imperante en el momento. Reclus nos habla de una ruptura primitiva en esa relación entre el hombre y el medio natural, algo que explica la aparición del Estado y de una sociedad dividida en dominantes y dominados.


En 1877, Reclus conoce a Pedro Kropotkin, con el que colabora. El anarquista ruso era también geógrafo. En Reclus el amor a la naturaleza, y a las personas, se manifiesta como una misma cosa; por ello una de sus grandes obras se titularía precisamente “El Hombre y la Tierra”, que escribe principios del siglo XX, publicada después de su muerte, en Thouront, (Bélgica), el 4 de julio de 1905.

Frases que definen a Reclús:

“Tengo necesidad de andar, de ver nuevos países, de contemplar sobre todo esas cordilleras con las cuales sueño desde mi infancia… Por otro lado, ver la tierra es para mí tanto como estudiarla; mi único estudio verdaderamente serio es el de la geografía, y creo que es mucho mejor observar la naturaleza en ella misma, que figurársela en el fondo de su cuarto de trabajo. Ninguna descripción, por bella que sea, puede ser verdadera, porque no puede reproducir la vida del paisaje, el correr del agua, el temblar de las hojas, el canto de los pájaros, el perfume de las flores, las formas cambiantes de las nubes; para conocer es preciso ver.”



Elisée Reclús, en “El Hombre y la Tierra”

“Veo surgir nuevamente ante mis ojos el amado perfil de los montes, vuelvo a entrar con el pensamiento en las umbrosas cañadas, y durante algunos instantes puedo disfrutar apaciblemente de la intimidad con la roca, el insecto y el tallo de hierba”









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