Curiosos (Curious). Escrito por Ian Leslie (2014)


 


Mucha de nuestra curiosidad es banal, poco consistente. Se ha comprobado que las personas en la actualidad piensan menos que sus antecesores. Dependemos más de la tecnología. No debatimos alrededor del uso de Internet en la vida cotidiana. Nadie discute sus múltiples beneficios, por lo que ampliamente es aceptada como una buena herramienta, pero si eres distraído, te generará muchos problemas.

1. La curiosidad es causada por las brechas de información que deseamos cerrar. Los conceptos con piezas faltantes son la clave. Al tener pocas bases de información se dispara nuestra curiosidad. Por ejemplo noticias sobre un asesinato o una manzana cayendo sobre la tierra. Al preguntranos ¿por qué estas cosas capturan nuestra atención? si son tan distintas, qué es lo que las lleva a detonar el mismo efecto. Todo esto es algo curioso. Por eso, la cuestión está alrededor de poder cubrir esas brechas, para satisfacer el deseo de lo que deseamos saber. Un buen ejemplo es el de darle respuesta a una enfermedad o circunstancia que deseamos explicar o alcanzar, según sea el caso. Otro ejemplo seria al ver una película de suspenso, sobre especular a partir de la intuición de los personajes (asesino, víctima, héroe), para poder encontrar la brecha de información y crear conjeturas. Una buena historia, de hecho, depende de la creatividad de estos vacíos. Así, mantienen nuestra atención centrada alrededor de una idea. Los guionistas son muy efectivos creando este tipo de curiosidades. No es solo la ausencia de información lo que nos hace curioso, sino que depende de lo que sabemos, para poder contar con una base de datos mínima que nos permita estructurar preguntas coherentes. Si alguien va a una obra clásica y nos comenta, pero nosotros no sabemos nada sobre ese estilo de obras, nuestra curiosidad no se encenderá. Las escuelas y los niños son un buen ejemplo. Les falta mucho contexto a los niños para poder cerrar esas brechas. Desde una perspectiva reduccionistas, se puede decir, que existen dos tipos de curiosidad, la diversa y la otra epistémica. Por ejemplo, la curiosidad que llevó al humano a la luna es la misma fuerza que nos hace perder la mayor parte del tiempo cuando estamos en las redes sociales. Sin embargo, para poder entender como capitalizamos las anteriores, Ian Leslie sugiere qué, la curiosidad diversa es la que nos genera cierta inquietud por saber algo (nos motiva en primera instancia a engancharnos al tema). En palabas simples, es la que nos hace perder el tiempo. Esta funciona por ejemplo cuando vemos el muro de nuestras publicaciones o de conocidos. Pero en esencia solo es divagar. Si esta persiste, puede ser perjudicial, ya que carece de objetividad, siendo solo curiosidad sin resultado. La curiosidad epistémica, se refiere al deseo por conocer algo nuevo, es más profunda y necesita autodisciplina, esfuerzo y dedicación. Nos impulsa o ínsita a saber más, pero nos presenta complejidades. Requiere que nos concentremos en saber algo que capta nuestro interés. Todos los buenos científicos y artistas, usan esta curiosidad. Charles Darwin y su curiosidad por ver un nuevo pez en Suramérica, le generó tal curiosidad, por lo que dedicó 8 años a disecar muestras de peces para profundizar en el tema. No se trata de elegir una curiosidad por otra. Debemos combinar ambas. Para poder hacer usos de ellas de manera sistemática. La primera nos hace un tema atractivo y luego la epistémica, es la que nos lleva a cerrar las brechas de conocimiento importantes.

2. Nacemos con un deseo de saber, pero este se va haciendo débil con la edad sino lo nutrimos. Los bebes y niños pequeños son implacablemente curiosos. Tenemos un deseo innato por saber. Lo que nos impulsa a tener un deseo por querer saber lo que otros saben (señalar con el dedo, balbucear, luego hablamos y por ultimo las grandes preguntas). Niños de 3 y 5 años, hacen 300 preguntas por días. Entonces, ¿Por qué algunos permanecemos con esta curiosidad mental y otros no? En esencia, gran parte de eso yace en el entorno. Reconocer esta influencia requiere una exploración contaste del ambiente social. Por lo que hay que revisar e identificar si el entorno de crecimiento es favorable para incentivar su curiosidad. Por ejemplo, la manera en la que apuntan algo los niños (grado de decisión, resto de gestos corporales, etc) y su relación con la atención que le prestamos. Si los ignoramos, existe la posibilidad que desarrollen una tendencia por descuidar esa curiosidad. Esta respuesta proveniente del entorno, muchas veces conduce a escenarios, en los que si no se les presta atención se retarda el aprendizaje. Mientras que nos hacemos mayores, nuestra curiosidad baja. Con el pasar del tiempo, ya no nos importa hacer cuestionamientos (sin necesidad). Lo anterior es resultado de llegar al “punto de saturación”. El conocimiento acumulado, nos facilita el funcionamiento cerebral (manejar un auto por ejemplo), pero la confianza o el exceso de ella, es lo que nos vuelve intelectualmente flojos. Comenzamos a creer que lo sabemos todo. Nos inventamos pretextos para no hacer más nada por nuestra curiosidad (mecanismo de defensa en algunos casos, pues no se aspira a iniciar algo nuevo y radical para proteger el estatus) y en conjunto, todo esto solo favorece a nuestra faltad de adaptación y perecimiento.

3. Internet ha creado una división entre los que son curiosos o no lo son. Puede ser una herramienta positiva o nuestra peor maldición. En el primer caso puedes explorar temas interesantes, mientras que en el segundo podrías pasar viendo gatitos comentando o debatiendo con desconocidos sobre temas triviales. El potencial educativo de Internet aún no ha sido validado. Un estudio de la Fundación Keisser, demuestra que los niños modernos estadounidenses pasan en promedio 10 h al día en dispositivos digitales,lo que le consume su atención.  Comparados con los niños de 1999, esto significa un incremento de 50%. Pero lo más importante es que 80% de ese tiempo, es para entretenerse y no para aprender. De hecho, Internet ha creado una brecha aun mayor entre los que desean aprender y los que no. Una división cognitiva. Mientras que los más curiosos se potencian, los que no lo son, minimizan su interés por despertar la curiosidad epistémica. Basados en el concepto que gracias a la curiosidad podemos entrar en 2 ciclos emocionales, los viciosos y los virtuosos. Mayor disparidad en el uso de Internet incrementa las diferencias sociales, ya que los más curiosos concentrados, podrán tener mayor capacidad  para asimilar la información, entrando y permaneciendo más tiempo en los ciclos virtuosos. Mientras que para los menos concentrados y disciplinados, será tendencial vivir en las rutinas de sus vicios. Es muy fácil culpar a Internet por hacernos cada día menos curiosos, pero somos nosotros los que tomamos la decisión de aprender o no. Resulta imprescindible aceptar que la curiosidad epistémica es autoconsciente.

4. El internet sofoca nuestra curiosidad por medio de hacer demasiado fácil el acceso a la información. Las nuevas generaciones (post-milenio), tienen la facultad de disponer de la información de manera más rápida con respecto a sus antecesores. Ahora hasta la “dark web”, si te la curras un tiempo, esta al acceso de todos. Pero, si nos referimos especificamente al aprendizaje, el hecho de que la información sea de fácil acceso, no es favorable. Sabiendo que lo que debo aprender esta aun “click” del conseguirlo, no nos esforzamos u ocupamos en manejar mayor conocimiento en nuestras mentes. Al “googlear”, cuando observamos la primera respuesta, solo evaluamos si esta mejor posicionado, y empleamos este unico criterio sin cuestionar, accedemos casi sin pensar, por lo que evidentemente no lo valoramos. Un buen ejemplo para explicar cómo se puede abordar de manera contraria la valorización de la curiosidad. Es lo que sucede cuando vamos a la librería en búsqueda del conocimiento. Esto nos obliga a salir de nuestro círculo de confort, y expandíamos lo que el autor define como la zona mágica. Con google, somos “tan precisos”, que eliminamos las brechas y dejamos de lado la curiosidad. Su precisión al buscar un tema, nos aísla del resto. En muchos casos, la creatividad viene dada por una serie de ideas separadas que al parecer no convergen entre sí,  pero resultan en algo nuevo. La creatividad, reposa en la coalición aleatoria e inesperada del conocimiento, basada en la función de hacer nuevas conexiones en diferentes áreas. Las personas creativas e innovadoras, poseen un conocimiento amplio de muchos temas.

Paréntesis: No necesitas dinero. ¿Qué harías? Practicar que tipo de curiosidad es más útil detrás de esa pregunta, nos ayuda reforzar nuestros propósitos vitales.

5. Tu curiosidad mejora cuando haces preguntas. Por lo que debemos ser más como los niños. ¿Cuántas preguntas hacemos por día? Cada respuesta que tú tienes, es precedida por una pregunta. Hacer preguntas es contagioso. Los padres que más hacen preguntas a sus niños y viceversa, terminan por ser beneficiosos al potenciar los canales de acceso al conocimiento. Estudios sobre clases sociales y el rol de nuestra curiosidad durante el desarrollo han brindado algunas respuestas al respecto. Los niños provenientes de clase media hasta los 3 años, hacen preguntas de fondo y más frecuentes. Los de clase baja no suelen hacer esto, prefieren obedecer, o quedarse callado. Pero con la adultez, indistintamente de la clase, el hábito de hacer preguntas decae drásticamente. Tememos hacer preguntas, fundamentalmente porque el hecho de hacerlas es admitir la ignorancia. En otras ocasiones, es por el hecho de estar “muy ocupados” para ser inquisitivos o curiosos con lo que queremos saber. Otras veces no tenemos las habilidades para realizar las preguntas “adecuadas”. Escoger deliberadamente la ignorancia nos lleva a desastres (la crisis inmobiliaria del 2008 en EEUU, intercambio de productos volátiles que potenciaron el riesgo sobre sus acciones, al elegir las enormes ganancias, por encima del “por qué” de esas ganancias).

6. Hacer esfuerzo para incorporar conocimiento te hará más creativo y curioso. Se intenta sostener la cultura de qué recolectar datos, va en detrimento de la capacidad para explorar la creatividad de los niños. Esto es falso. La creatividad es producto de cosas nuevas, entonces, mientras más sabes, mas conexiones puedes establecer. Al observar el caso de William Shakespeare, los historiadores saben que él asistió a una escuela clásica donde aprendió griego, latín (como Séneca, gran influyente de sus obras), lo que le permitió utilizar este conocimiento para poder hacer fluir su creatividad al escribir. Romeo y Julieta por ejemplo, tomó lugar en Verona (Italia), muy lejos de donde vivía. Mientas más sabes de un tema, más te hace notar lo mucho que te falta conocer del mismo. Por esta razón, algunas veces, los jóvenes en la escuela no interiorizan áreas como la historia, pues necesitan de un contexto y conocimiento básico para mantener su curiosidad. Existen dos maneras de acumular conocimiento. Una es, acumular conocimiento de un área específica, por lo que te vuelves un especialista. Pero si exploras muchos temas diversos y con muchas brechas entre sí (sabes un poco de mucho), te vuelves un generalista. Estos conceptos se remontan a la antigua historia griega del erizo y el zorro. El zorro utiliza muchas estrategias para evadir a sus depredadores, pero el erizo solo tiene una  que ha demostrado ser muy efectiva (se contrae y sus espinas hacen el resto). Arquíloco decía: el zorro conoce muchas cosas, pero el erizo conoce una sola gran cosa. Estos conceptos deben ser equilibrados en los nuevos campos del conocimiento, como por ejemplo en la programación digital o ingeniería de software o en el campo científico en general. Esto porque la multidisciplinaria del conocimiento hace que la línea entre áreas resulte cada vez más confusa. Debemos tener ambos perfiles. Por un lado, aprender una cantidad masiva de una o dos cosas, pero por otro, como todo se vuelve más complejo al expandirse, debemos explorar diversas áreas (ejemplo de la médicos especialitas, músico-publicista virtual, coach de futbol-psicólogo). Un buen ejemplo nuevamente es C. Darwin, ejemplar biólogo, pero fueron realmente sus conocimientos paralelos, lo que le permitieron postular su hipótesis sobre la evolución.

7. Anécdota. Cualquier cosa puede ser interesante con la perspectiva correcta. Desde el año 2010, algo extraño sucede en Londres, los jóvenes se unen y escuchan temas considerados tremendamente poco interesantes o aburridos (rutas de camiones, funcionamiento del secador), es la conferencia del aburrimiento. Lo curioso es que todos los participantes, se ven extremadamente interesados y entretenidos. Se trata sobre todo de los fenómenos mundanos que pasan desapercibidos, por lo que nuestra curiosidad o interés depende de la forma en la que nos acercamos al tema. Solo hay que aprender a tener la adecuada atención. Elige la perspectiva y nunca más te volverás aburrir. Internet es un buen ejemplo de esto, el fenómeno que experimentan con ella los chicos de ahora, es similar a lo que vivimos nosotros cuando crecimos con la televisión. Para las personas que vimos como surgió Internet, ese hecho nos disparó la curiosidad, pero a los chicos más modernos esto les parece algo común y poco interesante en sí mismos.

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 La curiosidad es como un musculo que debe ser nutrido por las habilidades cognitivas, sino termina por no crecer y mucho menos florecer. Sino posees pausas en tu jornada para incrementar tu curiosidad, el resultado es que se atrofiara. Alimentar la curiosidad es un arte. Ser más productivo y efectivo es resultado de una curiosidad combinada y retrospectiva.

 


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